Emitir una factura falsa es algo duramente sancionado por nuestro ordenamiento jurídico. Esto sucede porque estamos hablando de un documento mercantil con gran importancia, que se encarga de justificar que ha existido una transacción de la que se han derivado obligaciones para las partes implicadas.
El cliente, quien recibe la factura, adquiere el compromiso de pagarla al proveedor en tiempo y forma. Por su parte, el emisor del documento tiene la obligación de ingresar en Hacienda el IVA repercutido en la misma a quien ha adquirido sus productos o ha contratado sus servicios.
Por eso, es fundamental que las facturas estén bien hechas, y se adapten totalmente a la legalidad vigente.
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¿Qué es una factura falsa?
Podríamos decir que una factura falsa es un documento que está mal hecho, pero esta definición no recoge todo lo que supone la falsedad, porque una factura con un error no es una factura falsa si la errata no ha sido intencionada.
Para poder decir que estamos ante una factura falsa, es esencial que el documento contable contenga información falseada, y que la misma se haya incluido con la intención de engañar y obtener un beneficio ilícito.
A través de ella, el sujeto que la emite pretende cometer un fraude de manera totalmente consciente. De ahí que se utilicen para fines como evadir impuestos, blanquear capitales, financiar actividades ilegales o cometer un fraude fiscal. Por eso, esta conducta está penada dentro de nuestro ordenamiento jurídico, y se sanciona tanto penalmente como a nivel administrativo.
¿Cómo se puede hacer una factura falsa?
Para realizar la facturación a efectos de IVA, el documento debe cumplir una serie de requisitos. Los datos básicos de una factura simplificada son:
- Número y serie.
- Fecha de expedición.
- Fecha de la operación (si es diferente a la de expedición).
- NIF, nombre y apellidos, razón o denominación social del expedidor.
- Identificación del destinatario.
- Especificación de los bienes entregados o servicios prestados.
- Base imponible (precio antes de impuestos).
- Tipo impositivo del IVA.
- Contraprestación total a abonar por el cliente.
- Si la operación está exenta de IVA o hay cualquier otra circunstancia excepcional, se debe hacer mención expresa de este tema.
Consideramos que una factura es falsa si incumple la normativa de facturación; es decir, si se han falseado de forma consciente algunos de los datos que hemos señalado, pero también si se emite una factura para dejar constancia de una operación que nunca se ha llevado a cabo.
¿Cómo podemos saber si estamos ante una factura falsa?
La clave está en prestar atención al contenido para comprobar si hay indicios de falsedad. Podemos sospechar que estamos ante un documento falso si:
Omite información clave
Si falta cualquier detalle que se considera esencial. Por ejemplo, alguno de los datos de identificación del emisor, o si hay mucha diferencia temporal entre la fecha de emisión de la factura y la de la operación.
No ha habido operación
Cuando el producto al que hace referencia la factura no se ha entregado, o el servicio no se ha prestado, parece evidente que estamos ante un posible fraude.
Para ello, se atiende a la existencia de otros documentos que puedan acreditar la operación, como la firma de un contrato o la entrega de un presupuesto o un albarán.
El importe es desproporcionado
Con frecuencia, la factura falsa se utiliza para inflar los precios y blanquear dinero. Si el importe pagado es notablemente más elevado que el que se suele pagar por el producto o servicio prestado, esto puede hacer que salten las alarmas.
El concepto es muy genérico
La normativa hace especial hincapié en que la descripción de la operación sea lo suficientemente detallada. En aquellos casos en los que el concepto indicado es muy genérico, pueden surgir las sospechas de fraude.
Las facturas se repiten en el tiempo
Cuando un mismo proveedor emite a un mismo cliente una factura exactamente igual durante mucho tiempo, es posible que se esté llevando a cabo una conducta ilícita.
No obstante, se puede acabar con esta sospecha, si se presenta un contrato u otro documento que acredite que hay una relación a largo plazo entre ambas partes.
¿Cómo detecta Hacienda una factura falsa?
La Agencia Tributaria es una de las Administraciones públicas más avanzadas a nivel digital. Sus sistemas de inteligencia artificial son capaces de examinar miles de facturas en muy poco tiempo, y determinar si hay algún factor que pueda ser sospechoso.
En caso de que la tecnología detecte indicios de fraude, un funcionario hará una inspección más detallada. Si la Administración cree que algo se ha hecho mal al facturar (de forma fortuita o con plena intencionalidad), lo pone en conocimiento del interesado, para que este formule sus alegaciones y se defienda.
La sanción por emitir facturas falsas
Emitir un documento de este tipo puede dar lugar a una infracción administrativa e incluso a responsabilidad penal.
Multa administrativa
Si tras un procedimiento de comprobación e investigación, Hacienda estima que hay un fraude fiscal, va a imponer una multa al responsable.
En función de la gravedad que tenga la infracción, la multa puede oscilar entre el 50 % y el 150 % del importe de la cantidad defraudada.
Por otro lado, si el investigado no colabora con la Agencia Tributaria en su investigación, este factor también puede ser tenido en cuenta a la hora de imponer la sanción.
Sanción penal
La comisión de un delito fiscal a través de la emisión o utilización de facturas falsas se sanciona en el Código Penal con pena de prisión de seis meses a tres años y multa de seis a 12 meses.
Además de la pena principal, se pueden imponer otras accesorias como la inhabilitación para ejercer un cargo público durante un determinado tiempo, la pérdida de ciertos beneficios fiscales, o la imposibilidad de acceder a ayudas públicas. A efectos penales, para entender que una factura es falsa, se valoran dos elementos:
- Elemento material. Cuando la transacción es cierta, pero se falsean los datos.
- Elemento ideológico. Cuando la transacción registrada a través de la factura nunca ha existido.
Ejemplos de facturas falsas
Un caso típico de factura falsa es cuando se emite el documento con la intención de pagar menos IVA. Esto se puede hacer rebajando el precio de los productos o servicios con respecto al pagado en realidad por el cliente, u omitiendo en la factura algunas de las transacciones llevadas a cabo.
Por ejemplo, si un taller mecánico realiza un cambio de aceite y de filtros, pero en la factura solo figura el cambio de aceite.
Otro caso habitual es la generación de facturas falsas para que la empresa o el profesional pueda justificar gastos que realmente no ha tenido, y ahorrar así en el pago de impuestos.
Un caso típico sería la generación de facturas por la compraventa de material de oficina que nunca se ha adquirido, a fin de utilizar luego ese documento para justificar un gasto y obtener una desgravación.
Aunque hasta ahora emitir facturas falsas ha sido relativamente sencillo, esto va a cambiar con la implantación del sistema de facturación digital. Al estar obligados empresarios y profesionales a utilizar un software homologado, las posibilidades de cometer un fraude se van a reducir de forma notable.
Una factura falsa es un problema de dimensión social, porque influye en los impuestos que tiene que pagar una persona o entidad. Por eso, lo mejor en estos casos es actuar siempre de forma lícita, siguiendo la normativa y utilizando programas de facturación debidamente homologados. Así, ante una posible inspección de Hacienda, será fácil demostrar que se ha operado de forma correcta.